“El edificio industrial posee tales valores simbólicos que es capaz por sí mismo de crear paisaje, ideal o real, debido a la fuerza y al papel fundacional que el mito de la técnica ha tenido, y tiene, en la generación de actitudes y mentalidades en el subconsciente colectivo de los pueblos”.
Julián Sobrino Simal
“Arquitectura Industrial en España 1830-1990”
El abandono al que es sometida la arquitectura que brotó y floreció al amparo de la llamada Revolución Industrial es reflejo de la mirada contemporánea. Es memoria reflectada en construcciones que fueron el espejismo de una nueva religión, surgida bajo el nombre del progreso del siglo XX se ve reconvertida o suplantada con una nueva creencia, pero esta vez con diferente máscara, más tecnocrático y en donde el microchip relega al tornillo en las facetas de objeto de culto y de avance social, un supuesto cambio, en el actual bienestar tanto económico como informativo de las sociedades industrializadas.
Este es un tránsito tan evidente, que por un lado se desea olvidar, como comprobado fracaso de ciertas estructuras de producción, dejando que el propio tiempo marque ese abandono. Una vez más es el tiempo, ese ritmo molecular que no cesa o que solo por donde pasó parece detenido, en apariencia irreal pero imparablemente modificador y erosionador, que descompone ese sueño de engranajes y grasa, como anteriormente lo hizo con otras manifestaciones arquitectónicas. Estas estructuras, dieron efecto a una gran repercusión en el pensamiento, en la economía y en la sociedad entera, rompiendo viejos parámetros en campos tan dispares como la demografía o la estética. En este proyecto, intento reflejar, o quizás detener por medio de la plástica, aquello que fue y todavía prevalece, aunque se quiera ocultar o enterrar.